Gastronomía en la Ría de Muros Noia
Pues no, no nos referimos a que los cocineros de la Ría de Muros Noia se peleen, todo lo contrario: siempre están dispuestos a trabajar como una piña (vaya, una nueva referencia pugilística, parece que nos va a costar deshacer el entuerto). Contra lo que sugiere la foto, todos tiran, o mejor: reman, hacia el mismo lado; colaboran y se esfuerzan por un bien común. Estamos seguros del futuro esperanzador que brindará esta combinación de esfuerzo sazonado con algunas “pizquitas” de talento (permitan el atrevimiento, pero en la Ría de Muros Noia hay cocineros brillantes).
Del enfrentamiento del que hablamos es otro. Los cocineros de la Ría de Muros Noia han desarrollado toda su vida profesional enfrentándose a la realidad de un producto de calidad mundial.
Ante esa presencia puedes sentirte coartado, inferior. Todas las debilidades podrían salir a flote y hacerte sentir indigno o, al menos, incompetente. Con miedo a no dar la talla, los pezqueñines esta vez somos nosotros. ¿Qué hacemos? ¿Cómo enfrentarse a este producto incomparable?
Es fácil ponerse en la piel de los cocineros.
En realidad, el producto nos pone a todos frente a un espejo. Su intención es que veamos nuestra realidad, para que descubramos nuestros defectos y los corrijamos, para que hagamos “sombra” como los boxeadores, para que nos conozcamos mejor.
Podemos actuar como Dorian Gray con su retrato y dejar allí todo lo que no queremos ver; o enfurecernos como la célebre madrastra, que, esperando mentiras piadosas, recibe verdades hirientes.
No queremos espejos mágicos.
Aunque no se crean, no es una cuestión fácil. Se enfrentan a un producto superior, ¿cómo hacer para estar a su altura? ¿Qué pueden aportar? Pensemos en unos berberechos al vapor, un ejemplo de máxima calidad, de “slow food”… pero que están listos en 3 minutos. ¿Qué aportan aquí? Parece que muy poco. Pensemos también en los maravillosos pescados azules o en el sabor intenso de los modestos, que no humildes, peces de roca? ¿Aquí qué le aportan? ¿Una elaborada salsa que enmascare los sabores? No, no, ese no es el camino.
¿Dónde está entonces la clave?
Pues la hemos encontrado. La clave, para que el trabajo esté a la altura del excepcional producto de la ría, radica en la delicadeza y en el buen trato. Radica en mantener el respeto en toda la cadena de elaboración. En sentir y querer el producto como algo tan propio como nuestras familias y amigos.
La clave es el cariño.
Es curioso, comenzamos hablando de peleas y terminamos hablando de cariño. ¿Saben qué? Pues no ha sido casual, este es el efecto que la Ría de Muros Noia produce en nuestro espíritu: paz.
Sobre todo paz con uno mismo. ¡Casi nada!